El visionado online está mucho más extendido que la lectura en streaming. Este público se presenta como mucho más conservador que el de los cinéfilos y melómanos.
En otras ocasiones, os hemos hablado de las diversas ventajas que ofrecen los servicios online frente a un uso más convencional. Por poner un ejemplo, podemos nombrar la omnipresencia de contenidos, así como el control del gasto en lectura.
Algunas plataformas, como 24Symbols, no han calmado la sed de los lectores de obras clásicas o best sellers del momento, por lo que han visto cómo el modelo de negocio, a pesar de ser una de las grandes esperanzas para el futuro del sector, no tiene cabida aún en el imaginario colectivo.
Quizás es tarde para cultivar este tipo de sistemas, puesto que no sólo en el sector editorial, sino en otros como en la prensa o en el de la cultura en general en la red, impera el “todo gratis”.
El acceso a una lectura en streaming se ha ido dando mediante pequeños pasos, a través de tarifas planas con acceso a un gran número de títulos, aunque no están resultando ser del todo atractivos.
Tampoco termina de convencer la forma de pago, tanto a la editorial como al autor, pues el modelo que sostiene el mismo por “página leída” se hace muy difícil de gestionar cuando los propios lectores leen tal cantidad de títulos de una misma editorial que ésta se come los recursos de gran parte de la plataforma.